Los nombres detrás de los números

¿Qué será lo primero que hagas cuando tengas al fin dos piernas enteras? – le pregunté a Ever hace ocho años. Él respondió con contundencia: “¡Manejar una moto!”, abriendo los ojos como quien abre dos ventanas a un futuro cierto y feliz.

Por entonces Ever era un chaval avispado, lleno de energía, sin un peso en el bolsillo y muy consciente de que, aunque sus dos muletas no eran buenas aliadas a la hora de buscar trabajo, tampoco iba a dejar que le impidieran perseguir sus sueños. Su abuela se lo había dejado claro desde pequeño: con muletas o sin ellas, tú tienes que ser alguien en esta vida.

La prótesis prometida le abría un mundo con tantas posibilidades que apenas cabían todas en su imaginación.

Fueron muchas las personas que se involucraron para hacer realidad su sueño, desde particulares que enviaron fondos para gastos médicos, hasta voluntarios que le acompañaron en el largo proceso de operarle, rehabilitar los “músculos dormidos” y tramitar la concesión de la prótesis que le haría caminar para siempre de una nueva forma por la vida.

Viéndolo con perspectiva, fue un gran trabajo en equipo donde personas e instituciones, hasta el cirujano que operó a Ever a coste cero, nos unimos y trabajamos juntos, motivados ante la certeza de estar cambiándole la vida.

Desde entonces, no ha parado.

Aprovechando cada oportunidad, ha seguido formándose y ha conseguido montar su propio negocio, y por supuesto, comprar la añorada moto con la que ha realizado repartos en su Cartagena de Indias natal, cuando el confinamiento le obligó a cerrar la tienda de repuestos para motocicletas.

De cuando en cuando me escribe y se reporta: sus dos hijos van bien en la escuela, su mujer se graduó como auxiliar de enfermería y él por fin pudo sacar el bachillerato – estudiando los fines de semana – condición indispensable para continuar con su formación de mecánico.

Cuando me cuenta, lo hace sin saber que es un ejemplo de vida. Su tenacidad y perseverancia, la forma en que lucha a diario por darle a su familia una vida digna, son para mí la mejor inspiración y una manera de recordar por qué un día decidí abandonar mi vida profesional y pararme a escuchar otras voces, silenciadas por el sistema, por los prejuicios, por la injusticia.

Ocho años después, en los tiempos más convulsos que me ha tocado vivir, Ever me manda su foto de graduado y cuando veo su cara veo la de tantos otros jóvenes, que tienen nombre y apellidos, chavales que, como Ever sólo necesitan una oportunidad para brillar con luz propia.

Esto es lo que hay detrás de una donación. Historias y ejemplos de vida. Héroes y heroínas anónimos que sólo necesitan que les ayudemos con una capa para volar. Quizá sea también esta una asignatura pendiente de las ONG:  saber transmitir ese impacto en la vida de la gente. Olvidarse por un momento de los números, los porcentajes de “población beneficiaria” que alcanzan los proyectos, y hablar más de las personas, de sus sueños con vidas dignas, y de la forma en que, entre todos, podemos hacerlos realidad.

Publicado por Maite Catalá

Buscando la forma de poner entre todos más sentido común y MAS AMOR en este mundo

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