




Mientras leo el libro del mes, cuatro chavales – ¿serán sirios o iraquíes? – asoman al patio comunitario que, de no ser por ellos, sería un hermoso cementerio.
El visitante que llega a la ciudad más abierta de Suecia queda impactado por la belleza de las casas que compiten en flores de todo tipo, en jardines de ensueño habitados por gatos que, de cuando en cuando, saludan al que pasa con su «aristogático» andar.
Pero si la belleza impresiona, el silencio que reina en todo lado es también impactante.
Uno echa de menos escuchar alguna risa que salga de esas preciosas ventanas, o al menos algún instrumento musical.
Bajo la mirada atenta de los vecinos, Ahmed y sus hermanos juegan al escondite. Y gritan ¡¡ qué voy !! y ¡¡ por mí !! y parece que la vida es posible aquí, aunque los adultos no parezcan disfrutarla.
Tanta belleza en estas casas …. y sin embargo, toda ella y más cabe en la risa de Ahmed cuando grita eso de «¡por mí y por todos mis compañeros!»